Historia del motor eléctrico

La historia del motor eléctrico: del asombro al movimiento del mundo

Todo comenzó a principios del siglo XIX, cuando el mundo apenas comenzaba a entender la naturaleza invisible de la electricidad. En 1820, el físico danés Hans Christian Ørsted hizo un descubrimiento revolucionario: al acercar una brújula a un alambre con corriente eléctrica, la aguja se movía. Sin saberlo, Ørsted había revelado el vínculo entre electricidad y magnetismo: el electromagnetismo.

Inspirado por ese descubrimiento, un joven inglés llamado Michael Faraday se propuso ir más allá. Un año después, en 1821, Faraday logró algo asombroso: construyó un aparato en el que un pequeño alambre giraba alrededor de un imán cuando se le aplicaba corriente. Era algo rudimentario, pero fue el primer motor eléctrico funcional, aunque aún muy limitado.

La jaula de Faraday (1836)

En los años que siguieron, científicos y pioneros como Moritz Jacobi en Rusia continuaron desarrollando motores más poderosos. En 1834, Jacobi logró mover un bote por el río Neva usando un motor eléctrico. La electricidad comenzaba a moverse… literalmente.

Pero aún faltaban décadas para que estos motores dejaran de ser curiosidades de laboratorio y se convirtieran en herramientas útiles para la industria. Ese momento llegó hacia fines del siglo XIX.

En 1888, un inventor de mente brillante llamado Nikola Tesla, nacido en lo que hoy es Croacia, imaginó algo radical: un motor que no necesitara escobillas ni conmutadores como los de corriente directa. Creó el motor de inducción de corriente alterna (AC), más duradero, más simple y más adecuado para transmitir energía a grandes distancias. Fue uno de los inventos que cambiaría el curso de la civilización industrial.

Motor de inducción de corriente alterna TESLA

Mientras tanto, otros ingenieros como Zénobe Gramme y Mikhail Dolivo-Dobrovolsky perfeccionaban motores que ya no solo eran experimentos, sino herramientas confiables en fábricas, talleres y transportes. Con la llegada del siglo XX, los motores eléctricos ya movían máquinas, ventiladores, bombas y hasta tranvías.

En la segunda mitad del siglo XX, el desarrollo de la electrónica llevó a nuevas formas de controlar estos motores. Nacieron los variadores de frecuencia, capaces de regular con precisión la velocidad de un motor. Surgieron también los motores brushless, más eficientes y silenciosos, que poco a poco comenzaron a instalarse en todo: desde computadoras hasta aviones no tripulados.

Motores DC sin escobillas

Hoy, en pleno siglo XXI, los motores eléctricos están en el centro de una nueva revolución: la de la movilidad eléctrica. Automóviles, bicicletas, drones y hasta naves espaciales confían en ellos. El motor eléctrico, que empezó como una aguja moviéndose frente a un alambre, hoy mueve al mundo.

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About the Author

Victor Mendoza

Egresado de Tecnológico Regional de Chihuahua, maestría de la Universidad de Texas en ingeniería eléctrica. Trabajó para IDM en Houston como servicio autorizado Emerson (Ahora NIDEC), Reliance y Yaskawa. Diseñó para Serviteck el drive de CD Electrol el cual se vendió principalmente en Estados Unidos.
Actualmente director de Dynamic Drives

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